Dependiendo del pasto con el cual se esté trabajando y produciendo, van a ser las diferentes proporciones tanto de proteínas y minerales, porcentaje de fibra y carbohidratos. Todos estos atributos que se nombraron son aquellos que a la hora de analizar la calidad del mismo, van a decir, si es un forraje de alta calidad, o de baja calidad.
Se debe tener en cuenta que en los forrajes el consumo voluntario de los animales está ligado íntimamente a la calidad del mismo, haciendo que se aproveche más o menos el recurso, teniendo un impacto directo en la producción, tanto de leche como de carne.
Las reservas forrajeras están determinadas en cuanto a su calidad, como es de suponer, de la materia prima con la cual se lo haya hecho. Es decir, como su fin es únicamente conservar el forraje, y no mejorar su calidad, si se conservó un pasto “malo”, la calidad de las reservas van a ser malas, pero si se utilizó un pasto de buena calidad para hacer rollos, por ejemplo, los rollos van a ser muy buenos y de alto poder productivo. De todas maneras, se debe tener en cuenta que siempre el forraje en pie tiende a ser de mejor calidad que cuando es conservado, independientemente del método que se haya utilizado, si en seco o en húmedo.
En todo establecimiento que se dedique a hacer cría, la reserva de los pastos que no se consumen en un momento determinado, es una estrategia clave para poder cubrir los baches de los periodos en donde la oferta del pasto no puede cumplir los requerimientos que los animales del establecimiento requieren en dicho periodo.
Es por eso que es una excelente herramienta para trasladar lo que sobró en una época, a la otra en la que falta, logrando que se pueda tener y mantener una alta carga de animal por hectárea durante todo el año, sin que los animales sufran, nutricionalmente hablando.
Sirve además como fusible para momentos en donde alguna inclemencia climática no prevista aparece y se pueden utilizar para afrontar la situación.
En términos generales, lo que se busca para enrollar o enfardar o mismo para ensilar, son materiales de baja calidad, que generen mucho volumen, pero una mirada diferente es cuando se tiene al pasto como estrategia a la hora de balancear la fórmula de una dieta. Desde este punto de vista, lo que se busca reservar es más bien materiales de calidad, resignando en parte volumen.
En los establecimientos en donde el pasto se usa de una manera muy intensiva que busca que cada animal del establecimiento tenga altos rendimientos productivos a niveles individuales y que tengan una capacidad de aumento de peso diario alto, el volumen va a ser un objetivo secundario y lo que se va a querer es pastos de la mayor calidad posible, con alto poder de conversión.
Cuando el forraje tiene mayor calidad, mayor va a ser la cantidad de energía que tenga, aunque se debe tener en cuenta que el factor más limitante para la calidad, es la digestibilidad.
No sirve tener un forraje de alta calidad, si el animal no lo puede digerir y por ende aprovechar, es por eso que la calidad está íntimamente ligada con la digestibilidad.
El estado fisiológico de la planta es la que va a mandar en cuanto a la determinación de en qué momento cortar el pasto para, o aprovecharlo en pie, o conservarlo. El momento de corte a niveles fisiológicos también va a ser determinado por el fin para el cual uno lo va a conservar.
Al principio las plantas tienden a ser más tiernas y con una mayor palatabilidad que es algo reconocido a la hora de la vaca para comerlo, y a medida que la planta crece y empieza a madurar, la palatabilidad y la digestibilidad de la misma empieza a decaer.
Cuando la planta crece empieza a lignificarse. Esto quiere decir que sus células empiezan a tener un mayor contenido de lignina, que es uno de los componentes de la pared celular que actúan como sostén, lo cual hace que la planta, por estar más crecida, necesite más “fuerza” para mantenerse parada.
La lignina es el elemento que hace que baje la digestibilidad del forraje. Si bien los bovinos tienen en su rumen la capacidad de poder digerir, tienen que hacer un trabajo extra a la hora de consumir ese pasto. Esto hace que el consumo voluntario del animal caiga notablemente entre alimentos que tienen menor digestibilidad versus alimentos que tienen mayor digestibilidad.
Esto explica porque la calidad está íntimamente ligada con la digestibilidad además del aprovechamiento del mismo, sino porque también, una mala digestibilidad, hace que el animal tienda a consumir menos y esto conlleva a que tenga menor potencial y capacidad de producir carne o leche.
Dependiendo del momento productivo en el cual se encuentre la vaca va a ser el alimento que uno le va a poder dar y balancear y determinar esa relación entre volumen y calidad. Si la vaca está con una preñez avanzada se debe tener en cuenta que el ternero le está ocupando lugar en la panza y por ende la zona del rumen está contraída, haciendo que la capacidad de consumo disminuya. Esto obliga a que la vaca a la hora de comer alimento, en ese menor espacio que le queda, meta el alimento que tenga los suficientes nutrientes para poder cumplir sus requerimientos nutricionales.
Si la vaca está lactando va a necesitar mayor cantidad de proteína bruta que un animal que tiene como objetivo por ejemplo tener un aumento de peso diario, es decir, para engorde.
Ahora, si lo que se busca es simplemente que el animal se mantenga y pueda cumplir mínimamente sus funciones vitales, ahí si uno puede tomar la decisión de hacer que la pastura se pase, que aumente volumen y materia seca, resignando calidad, justamente para poder aprovechar más el pasto producido.