La urea es un fertilizante inorgánico de síntesis química de gran demanda para los cultivos por la cantidad de nitrógeno que aporta y su rápida solubilidad. Sin embargo, no es este el único destino que tiene habiéndose empezado a usar hace algunos años para aportar nitrógeno a las dietas. Un problema que persiste es el riesgo de intoxicación aguda en los casos de sobredosificación estando asociado a la manera en que se raciona o a un consumo excesivo. Reducir los riesgos de toxicidad es uno de los principales desafíos a futuro.
Antecedentes de la urea
La urea es un fertilizante agrícola de presentación granulada que se creó a comienzos de los años cincuenta. Para su elaboración es requerida una gran fuente de temperatura. A partir de los años setenta se empiezan a desarrollar diversos ensayos para evaluar esta fuente de nitrógeno no proteico con el objetivo de mejorar los indicadores productivos y de conversión. Primariamente estos ensayos estuvieron destinados a conocer sus funciones digestivas y las dosis que podían adicionarse a las dietas. Si bien se puede utilizar en animales en pastoreo, su uso es más habitual en aquellos que están confinados ya que es crucial poder regular el consumo y suministrarla de manera práctica.
Usos
El objetivo de la incorporación es aumentar los tenores de nitrógeno de las dietas. Gran parte de ellas basadas en forrajes conservados, los cuales resienten la concentración de proteína bruta en el tiempo. Considerando las producciones que se realizan en latitudes al norte de nuestro país, las características que presentan los forrajes disponibles provocan un desbalance entre energía y proteína que condiciona la eficiencia productiva. En general estas especies presentan un pico marcado de producción en verano (coincidente con el período de lluvias), este crecimiento resulta en altos contenidos de fibra y limitados contenidos de proteína. La combinación de estos factores limita la digestibilidad y por lo tanto el consumo.
La premisa para el logro de buenos resultados es que el consumo sea espaciado durante el día de forma tal que no se generen desbalances. A modo de ejemplo, 80 gramos de urea incorporados por el animal en una hora probablemente resultarán tóxicos. Sin embargo, el consumo de 180 gramos en el lapso de 24 horas resulta beneficioso para el desempeño productivo.
Rol de la urea
La urea además de corregir el desbalance que puede presentarse en la dieta, permite asegurar un nivel de concentración de amoníaco en rumen de relativa constancia. Este amoníaco resulta fundamental para el crecimiento microbiano en el rumen y por ende una mayor degradación de los alimentos.
Para el caso de los rumiantes se presenta la ventaja, a diferencias de los no rumiantes, que el aporte extra puede hacerse en base a fuentes de nitrógeno no proteico, incrementado la utilización de los forrajes. Como se mencionó la urea no es una fuente de proteína. De igual manera la concentración de nitrógeno que presenta y la rápida descomposición que presenta en el rumen favorece el crecimiento de las bacterias específicas las que, posteriormente sintetizarán sus propios aminoácidos para su reproducción.
Se ha comprobado que la suplementación con compuestos nitrogenados como la urea repercute en un mayor consumo de materia seca (MS) e incrementos en la digestibilidad de la misma de hasta un 20%.
Suministro
Si bien es una operación relativamente simple, el suministro de urea implica ciertos riesgos. Entre ellos el más frecuente es la intoxicación por sobredosis. Los últimos desarrollos de este suplemento han evolucionado hacia una urea de liberación lenta la cual es más segura ya que los pulsos de degradación y por ende liberación en rumen son constantes.
En lo que refiere a su dosificación una regla práctica muy difundida es la de calcular 0,2 gramos por cada kilo de peso vivo. Para hacer números redondos, si un animal pesa 500 kg el máximo de consumo serían 100 gramos de urea por día. (500 x 0,2 = 100). Cada 100 gramos de urea se proveen al animal que lo consume 46 gramos de nitrógeno no proteico. Si bien el límite de la toxicidad se encuentra en 50 gramos de urea cada 100 kilos de peso vivo, ante una dosificación incorrecta podría registrarse que se dé el caso de este consumo por los animales dominantes, por ejemplo. Para aportar un margen de seguridad en el uso de este suplemento, no se debería superar el 1% del consumo de materia seca.
La dificultad principal con el uso de urea es la rápida degradación ruminal que presenta la cual dificulta pueda sincronizarse precisamente con la degradación de los hidratos de carbono y, a su vez, con el crecimiento de los microrganismos del rumen. Estos dos últimos procesos presentan una tasa de crecimiento significativamente menor. Este desfasaje provoca una ineficiencia en el uso del recurso ya que el excedente de amoníaco tiene que ser absorbido y vía hepática transformado en urea la cual, si bien se recicla en parte por salida, gran proporción es eliminada por la orina.
Consideraciones
La flora ruminal (compuesta por diversos microorganismos) no tolera cambios bruscos en las condiciones del medio, re ellos la concentración de nitrógeno y sus derivados. En función de lo anterior resulta imprescindible para el éxito de cualquier suplementación un periodo de acostumbramiento.
En dietas que contengan altos niveles de nitrógeno de alta degradabilidad ruminal, como ser verdeos de invierno, la utilización de urea no está recomendada ya que puede crea una sobrecarga una carga de amonio resintiendo la utilización de la energía y la producción asociada.