Es de suponer que la producción ganadera, está íntimamente ligada al suelo; sin suelo no hay ganadería. Es por este motivo que es muy importante conocer y saber acerca de la fertilidad y calidad del suelo en el cual producimos.
Se entiende como fertilidad de los suelos a la capacidad que los mismos tienen de producir, tanto a largo plazo, como a corto plazo, desde el punto de vista en el cual le provee a las plantas, sin importar cual sea, los elementos necesarios para que las mismas puedan desarrollarse, crecer y reproducirse correctamente, en armonía y equilibrio con el medioambiente y los demás microorganismos y animales que conviven junto con ellas.
Por supuesto que el suelo no es la única variable que interviene en el crecimiento de las plantas, y de los pastos, y que el mismo depende de muchísimos factores exógenos al suelo. Además de la fertilidad de este último, depende de las inclemencias climáticas, fundamentalmente la humedad, la temperatura y la radiación solar, y también de la armonía y relación que hay entre el suelo, la planta y el ambiente.
Esta armonía está dada básicamente porque no todas las plantas tienen las mismas necesidades climáticas como edáficas, y es por eso, que muy buenas condiciones de suelo y clima, pueden serlo para una especie, pero para otra no.
Podemos decir entonces que la calidad de nuestros pastos, y por ende de nuestra producción ganaderas, está dada por tener las especies correctas, en el lugar correcto, con la humedad y temperatura que las mismas necesitan para crecer y desarrollarse correctamente.
Algunos de los factores que interactúan en esta relación pueden ser controlados por el hombre, pero hay algunos otros a los cuales el hombre no puede acceder e intervenir en su control.
Independientemente que se puedan controlar o no, son factores que están íntimamente relacionados entre sí y que es muy importante que haya un flujo interconectado positivo, ya que si uno falla, se lo traslada a toda la cadena, y el sistema en conjunto no funciona adecuadamente.
El tipo y la especie de forraje que se va a utilizar en el sistema productivo, va a hacer aquel que se adapte de la mejor manera al ambiente en el cual se está trabajando, y no al revés. La elección se debe adaptar al ambiente y no el ambiente a la elección.
El ambiente le tiene que dar las condiciones necesarias para que el pasto cumpla sus funciones vitales como son la fotosíntesis, la nutrición, la respiración y la transpiración.
La fotosíntesis, característica principal que se relaciona con el reino vegetal, es la capacidad que tienen las plantas, de formar junto con el agua y el dióxido carbono del aire, hidratos de carbono y carbohidratos para su funcionamiento, en conjunto con la luz solar. Esto lo hace ya que tiene principalmente clorofila, la cual es de color verde y le da este aspecto a los pastos.
Un pasto seco, que no está verde, sino más bien de color clarito, no posee clorofila, por ende, es incapaz de hacer fotosíntesis.
Después de la síntesis de proteínas, empieza la asimilación de los nitratos. La relación de carbohidratos y proteínas es muy importante en la calidad del forraje que está destinado a la producción ganadera, y tener un buen balance en la dieta.
El suelo está compuesto principalmente por dos grandes grupos: la parte mineral y la parte orgánica.
La parte mineral está compuesta principalmente por la arena, la arcilla, el calcio, etc y la parte orgánica, por todos los elementos de cadena carbonada que a su vez sirven como alimento para los microorganismos que interactúan de manera positiva en el mismo.
El equilibrio entre estas dos partes es fundamental para el buen desarrollo radicular de las plantas y flujo correcto de nutrientes, conservando la estructura del mismo.
La estructura del suelo está conformada por tres elementos principales, que son la arena, el limo y la arcilla, que dependiendo el porcentaje de representación que tenga cada uno de estos elementos en el suelo de nuestro campo, va a ser la aptitud y las cualidades del mismo.
Este conjunto de conceptos hacen a la aireación del suelo, la infiltración del agua de lluvia y la correcta retención de la misma para que pueda ser aprovechada por las plantas y que por el contrario no generen erosión hídrica como lavado de nutrientes.
No romper con esta sinergia de variables y armar un sistema que trabaje en conjunto de estos factores y no en contra, es la clave del productor ganadero para que el suelo le pueda dar lo que su ganado necesita.
Siempre se tiende a entrar al campo, a mirar las vacas, y una vez que se ve el estado de las mismas, se ve cómo está la pastura, y como última observación ultima, las condiciones del suelo. Esta manera de mirar el campo, debe cambiarse y al entrar al lote la observación debe ser inversa. Se debe entender que primero se debe tener un suelo en óptimas condiciones, para que el mismo pueda producir una excelente pastura y esa pastura tener a los animales en muy buen estado corporal durante todo el año, aun con altas cargas.
Los ojos de la recorrida en el campo deben mirar y observar de abajo hacia arriba, y no de arriba hacia abajo. Es inevitable para el ganadero no mirar primero a sus animales, pero sin duda, si se entiende que son producto directo de la salud de nuestro suelo, lo va a mirar al mismo con otros ojos y esto va a hacer que las medidas que se tomen a niveles productivos sean diferentes.
Estas medidas de cuidar el suelo y ponerlo por delante del animal, bajo ciertos criterios y límites claro, son por lo general medidas a largo plazo, que hacen que se resigne al corto, pero que además de generar mayor rentabilidad a futuro, va a generar mayor estabilidad, algo clave en la continua variabilidad de costos en los cuales el ganadero trabaja.