El pasto llorón (Eragrostis curvula) es una especie clave en las cadenas forrajeras en los ambientes semiáridos para la ganadería bovina. Se han registrado en distintas partes de esta gran región incrementos en las superficies agrícolas. Si bien son sistemas que en principio se presentan como más simples, las particularidades de la región determinan una cantidad de riesgos potenciales a diversas degradaciones.
La principal degradación en estos ambientes se produce por la acción del viento sobre los suelos con escasa o nula cobertura. En segundo lugar, se encuentra la producida por el agua (principalmente de lluvia) mediante el arrastre de sedimentos a favor de la pendiente. En los últimos años el riesgo de erosión tanto hídrica como eólica se ha incrementado producto de la mayor remoción edáfica y los cambios en la dinámica de la cobertura de los suelos.
Las zonas semiáridas se caracterizan por poseer suelos arenosos con limitada fertilidad química y física, eventuales pendientes en algunos casos que superan al 2%. A lo anterior se le suma la intensidad de los fuertes vientos y recurrencia de las heladas.
La renovación de pasturas se encuentra como una alternativa importante sobre todo a la tendencia observada de las mismas a la disminución del stand de plantas fundamentalmente por condiciones de manejo del pastoreo inadecuadas como ser plazos muy extensos e irregulares a lo cual se le suma la ocurrencia de sequías.
Estrategias para el rejuvenecimiento
Hay sistemas ganaderos que recurren al establecimiento de pasturas de pasto llorón con la finalidad de prevenir la degradación eólica. El volumen de pasto que aporta, el desarrollo de raíces y la cobertura que se logra una vez establecida la pastura, la convierten en una excelente herramienta para el logro del objetivo. En contraposición, es una especie que presenta una muy lenta implantación (propio de las megatérmicas), demanda una preparación del suelo y una siembra superficial debido al tamaño de su semilla y presenta una pérdida de calidad con el envejecimiento de la pastura. Es en este punto que se pueden realizar estrategias para el rejuvenecimiento con el objetivo de aumentar la densidad de plantas, disminuir o eliminar las malezas que compiten con la especie forrajera y aumentar la cantidad de raciones.
Una experiencia realizada en Río Cuarto, provincia de Córdoba, intervino un lote de pasto llorón implantado en el año 1976, al cual se dividió en cuatro parcelas. A dos parcelas se les realizó rejuvenecimiento mecánico mediante la pasada de rastra de doble acción y siembra de trébol de olor blanco (Melilotus alba). Las dos restantes parcelas, sin intervenir se conservaron a modo de testigo. La intervención fue realizada en el año 2018 y en cuatro ocasiones, distribuidas entre 2019 y 2020, se realizaron cortes a la altura del bocado del animal.
Los cortes fueron realizados el 17/05/2019, 04/09/2019, 09/01/2020 y 28/02/2020 y en cada ocasión se evaluaron, en el pasto llorón, los siguientes parámetros: productividad de materia seca (kg/ha), % de materia seca (MS), fibra en detergente ácido (FDA), energía metabolizable (EM) y proteína bruta (PB).
A continuación, se muestran los resultados de los parámetros de productividad de MS, FDA y EM.
No se observan cambios significativos en entre ambos tratamientos para los parámetros evaluados, lo que implica que no se afectan estas variables del sistema. Cuando se comparó el contenido de proteína bruta en el pasto llorón intervenido respecto al testigo se obtuvo el siguiente gráfico, en donde si se observan variaciones significativas.
La diferencia entre el porcentaje de proteína bruta entre un tratamiento y el otro representó aproximadamente un 34% registrado en el periodo estival para el tratamiento de intervención en pasto llorón con intersiembra de trébol de olor blanco. Este incremento puede explicarse por diversas causas. Por un lado, el efecto de la labranza que provoca una oxidación y mineralización de la materia orgánica presente en el lote favoreciendo la infiltración y retención de agua, así como una mayor captación de nitrógeno. En estos suelos con texturas arenosas, la retención de agua es un desafío ya de por s para acompañar las escasas precipitaciones que se registra habitualmente.
Las causas que se enumeraron derivan indirectamente en un incremento en la productividad de la pastura.
Otras experiencias
En la zona norte de Bahía Blanca se llevó a cabo otro ensayo por parte de INTA en el que se evaluaron los resultados de intervenir una pastura degradada de pasto llorón con una densidad de matas de 1,8 matas /m2. Los tratamientos evaluados fueron pasada de rastra, pesada de cincel, siembra al voleo, y la realización de las mismas labranzas más la siembra al voleo en el mismo momento. El ensayo se repitió a mitad del mes de junio durante los años 2006, 2007 y 2008. Los parámetros evaluados fueron densidad de matas por metro cuadrado y productividad de la materia seca acumulada (kg MS/ha). Las mediciones se realizaron luego de cada ciclo de crecimiento (desde primavera hasta las primeras heladas). La productividad se evaluó mediante corte tijera a 0,07 m de altura. Para esta experiencia realizada, las intervenciones manifestaron respuestas significativas en la densidad de plantas y la productividad de la materia seca entre los tratamientos. En la evaluación de densidad de plantas entre el testigo y la labranza con cincel, no se encontraron diferencias, pero si con los demás tratamientos evaluados. El agregado de semillas unto con las labranzas resulta un factor importante ya que la productividad de la materia seca acumulada arrojó diferencias significativas respecto al testigo tanto para los tratamientos de siembra al voleo combinados o no con labranzas.
A continuación, se presenta la tabla que resume los resultados de la experiencia.
Conclusiones
Se encontró que la técnica de rejuvenecimiento o renovación de las pasturas de pasto llorón son una estrategia válida. Mediante el laboreo mecánico permitió incrementar el porcentaje de proteína bruta en el pasto llorón sin afectar la productividad de la pastura expresada en kg/MS por hectárea. En el caso de la incorporación de semillas, ya sea mediante el voleo o la siembra junto a una labor, ha resultado en incrementos significativos.
Si bien ha demostrado ser una estrategia válida y recomendada para este recurso forrajero, es importante considerar que la ejecución de esta técnica impide el pastoreo temprano del recurso intervenido debiendo esperar entre 6 y 8 meses para el pastoreo del área intervenida. Esta situación debe ser considerada en la presupuestación forrajera.