Si se habla de asuntos importantes en lo que respecta a la ganadería, el uso del pasto es un tema que no puede quedar afuera. Primero que nada hay que tener en cuenta que el pasto es uno de los recursos más importantes que tiene el ganadero para alimentar a sus animales y mejorar la rentabilidad de su negocio.
El manejo adecuado de las pasturas tiene que estar enfocado en ciertos objetivos:
- Producir la mayor cantidad y calidad de pasto posible sin deteriorar su permanencia
- Lograr la máxima perdurabilidad
- Conservar las especies claves, no degradarla y lograr un equilibrio entre las especies
- Generar en los periodos de máxima producción, un buen excedente para aprovecharlo en los periodos de escasez.
Hay tantas formas de manejar el pasto como productores, no hay una receta lineal que un ganadero pueda seguir. Los ambientes son diferentes como también lo son los suelos, los objetivos, y las posibilidades de cada uno de los productores.
Uno de los factores claves es el cómo se pastorea.
No solo se debe tener en cuenta cada cuanto es cosechada, sino que también con que intensidad se la come en cada pastoreo. Estas dos variables tienen un efecto directo en la perdurabilidad de la pastura.
La intensidad y la periodicidad depende no solo de la especie sino también de la época en la que se le este entrando a comer.
El pastoreo continuo es aquel tipo de pastoreo que se lo deja al animal en el lote de manera permanente, sin cambiarlo de lugar. Esto hace que los animales seleccionen las especies más palatales y que más les gusta, teniendo la posibilidad también de comer su rebrote. Esto con el paso del tiempo tiene un efecto negativo sobre la pastura, haciendo que perduren las especies que menos deseamos y que desaparezcan las que queremos producir, ya que las vacas, al haberla sobre pastoreado hacen que no tengan la posibilidad de perdurar.
Por lo contrario al pastoreo continuo, existe lo que se conoce como pastoreo rotativo. Básicamente es rotar a los animales de los lotes para que, a diferencia del pastoreo continuo, no puedan seleccionar, comerse los brotes y extinguir a las plantas deseadas y además, para que tenga el descanso suficiente para crecer, generar reservas y poder volver a ser pastoreada.
El tema de las malezas es algo que no afecta tanto a los sistemas pastoriles como si a las producciones de grano. Se entiende como maleza a toda planta que crece y compite con los pastos que nosotros estamos buscando producir. En ganadería, a diferencia de la agricultura, se tiene la posibilidad de combatirlas con un buen manejo de los animales, sin necesariamente tener que aplicar un producto químico. Las altas cargas hacen que no haya una selectividad y que los animales además de comerse la pastura, también se coman a la maleza. En algunos casos, cuando el pasto vuelve a crecer le gana a la maleza y la tapa, sin darle la posibilidad de fotosintetizar y por ende poder desarrollarse.
Otra ventaja que se tiene a la hora de manejar las pasturas, si uno lo compara con la agricultura, es lo que genera el efecto animal.
Los animales al pisotear el pasto, cortarlo con los dientes, orinar y defecar, tienen un efecto positivo por sobre la pastura, devolviéndole parte de los nutrientes que exporto cuando cosechó ese pasto. Algo similar a la agricultura y la exportación de los nutrientes sucede cuando se hacen rollos o fardos; llevando todos esos elementos a otra parte del campo.
Hay que tener en cuenta esto ya que lo que devuelven los animales al campo cuando pastorean es algo a considerar, se estima que se pueden llegar a devolver un 80 % de los nutrientes que fueron ingeridos. Cuando hablamos de pasturas, podemos hablar de pasturas puras o pasturas consorciadas. Las pasturas puras son aquellas que están compuestas por una sola especie mientras que las otras, tiene dos o más especies en paralelo. Si bien puede existir una competencia entre las especies de una pastura polifítica, por lo general se genera una simbiosis. Estas pasturas están compuestas por gramíneas y leguminosas, cada una cumpliendo un rol específico.
Las leguminosas tienen la capacidad de tomar nitrógeno atmosférico e incorporar al suelo para que sea utilizado por las gramíneas y a su vez le aportan una buena cantidad de proteína a la dieta balanceándose con la fibra aportada por parte de las gramíneas. Un tema importante en el manejo de este tipo de pasturas es la competencia por la luz. La estructura y tipo de crecimiento de la especie es la que va a determinar la capacidad de ahogo que tiene para con las demás plantas.
La disponibilidad de nutrientes también determina la coexistencia entre gramíneas y leguminosas.
Cuando los niveles de nitrógeno en el suelo están por debajo de la media, la situación es favorable para el crecimiento de las leguminosas; cuando este nutriente se equilibra, hay lugar para el crecimiento de las gramíneas, que gracias a su crecimiento más bien erecto, encuentran su lugar para expresarse. Lo mismo sucede cuando los niveles de fosfato son bajos. Una vez que mejoran los niveles de nitrógeno y fosfatos, se dan las condiciones para que aparezcan las gramíneas. Es por eso que es importante en suelos pobres, promover el crecimiento de las leguminosas y cuidar el tapiz de gramíneas, para que cuando las leguminosas hayan cumplido su rol de darle las condiciones a las gramíneas, estas estén en condiciones de aparecer.
Las pasturas tienen sus picos productivos en los periodos primaverales y otoñales. Estas son las épocas en donde uno debe hacer el mejor manejo posible para sacarle el jugo a sus pastos y generar reservas. En los periodos de invernales y estivales, en donde las pasturas no producen, o producen poco, se utilizan lo que se llaman verdeos de invierno y de verano. Estos verdeos, son cultivos anuales y se usan como estrategia para alimentar a la hacienda durante estos periodos y poder darle lugar a recupero a las pasturas.