Es sabido que todos los factores mesologicos, es decir, aquellos que están ligados al medio en el cual se está trabajando, como son el suelo, el clima, etc. influyen sobre el crecimiento y en el desarrollo de las plantas y la respuestas de las mismas, y en consecuencia, en los animales que se encuentran pastoreándolas.
En este círculo natural también están los factores biológicos y asociaciones entre ciertas plantas, que están en continuo intercambio con microorganismos y bacterias que se encuentran en el suelo, en el cual hay una continua lucha para lograr un equilibrio y que todo el circuito fluya de manera correcta.
Un correcto flujo de acciones dentro del reino vegetal, repercute directamente en las producciones ganaderas. Una pastura que se encuentra en desequilibrio, jamás va a poder recuperarse luego de un pastoreo, y no va a tener la capacidad de poder suministrarle el alimento y los nutrientes necesarios para que los animales se desarrollen correctamente.
La ciencia que estudia cómo se comportan las plantas, con el medio en el cual se desarrollan, es la ecología.
Cuando las pasturas están compuestas por pocas especies, la relación tiende a ser más simple, y más aún cuando se la encuentra limpia, es decir sin malezas. Cuando las pasturas son polifíticas, es decir, que está compuesta por varias especies y hasta de diferentes familias, las relaciones se tornan más complejas. Complejo no significa difícil, sino todo lo contrario, cuanto más variabilidad, hay más estabilidad en los sistemas.
La argentina posee muchas hectáreas ganaderas que se basan en sistemas pastoriles que se encuentran bajo praderas naturales. Estos sistemas son los que más variabilidad tienen y por ende más equilibrio. En términos generales, el hombre, no influye de una manera tan significativa en la fisiología de estas pasturas, como es en el caso de las pasturas sembradas de manera artificial, y es por eso que debe ser muy cuidadoso en poder defender la interrelación que hay entre las especies que habitan esa pradera, para que pueda brindarle la oferta de pasto que su rodeo necesita.
El hombre puede inferir en la relación que hay entre las plantas y el ambiente, haciendo una intervención en la composición de la misma, ya sea por medio de la introducción de especies que se encuentran en otros lugares, pero que comparten ciertas características que hacen que sea viable su producción en esa zona, hacer una selección y presionar el pastoreo para suprimir ciertas especies que uno no desea, dándole lugar a las que si queremos, o más bien hacer un cruzamiento que tome características de varias especies y se expresen en su pastura.
Para poder hacer una correcta selección y que tenga un impacto en la producción ganadera, se debe entender que todas las cuestiones que estén atadas al desarrollo de una planta y al crecimiento de la misma, son el resultado que hay entre la relación que existe entre sus cualidades genéticas, y el medio en el cual se la está exponiendo.
Se debe tener en cuenta, que ese resultado también depende de las especies con las cual esté compartiendo el medio ambiente, ya que no es lo mismo, por ejemplo, una gramínea sola, que una gramínea en conjunto con una leguminosa, la cual va a hacer que exprese de una mejor manera su potencial.
El suelo es el que determina la aptitud productiva y por ende la decisión de qué producir. Por lo general, suelos de primera clase suelen ser destinados a cultivos extensivos para producir granos o semillas, mientras que los suelos con una menor aptitud, son destinados a producir ganadería.
Esto no quiere decir que los suelos malos son los que deben ser destinados a producir carne o leche, sino que son suelos con diferentes cualidades.
Un suelo bien equilibrado, sin importar la clase de suelo que sea, tanto buena o mala, es un suelo que va a darle lugar a las plantas y forrajes a desarrollarse correctamente y que se pueda hacer una correcta planificación de pastoreo.
Existen suelos con limitaciones, que hacen que la calidad del forraje no sea la mejor, pero hay especies, de menor calidad, que se adaptan a esas limitaciones, haciendo posible una ganadería en esas zonas, teniendo en cuenta siempre, la importancia ecológica de la relación que hay entre esos pastos, con el suelo y la intervención en esta relación, por parte de la vaca.
La variable que más juega en la interacción planta, vaca y suelo, son en general las climáticas, como son la temperatura, la luz y la humedad.
Esto se debe a que estos factores son los encargados de regular el crecimiento de las pasturas y no hay nada mejor representado para esto, el observar que no se comportan de la misma manera en todas las estaciones, y mismo de día como de noche.
Lo mismo sucede, con uno de los factores determinantes para que haya una buena interrelación entre el sistema vaca, pasto y suelo, el agua.
Tanto el suelo, como las plantas y los animales, si no tienen agua no se pueden desarrollar de una manera correcta, haciendo que, si una de las patas se cae, el resto también lo haga.
El hombre puede intervenir en el mayor de los casos en que los animales siempre estén provistos de agua y que no les falte en ningún momento, pero no sucede lo mismo con las plantas y el suelo.
Las precipitaciones anuales de una zona, y mismo cómo están distribuidas, es una de las características principales que se observan y se estudian para decidir el manejo que se va a realizar y la forma en la cual va a hacer y realizar los pastoreos, como así también las especies que se quieran llegar a introducir llegado el caso.
Se puede observar que en las zonas en donde las lluvias se encuentran distribuidas de una manera ordenada, las especies que se expresan tienden a ser de buena calidad forrajera.
Es por eso, como ganaderos, se debe tener el foco en todo lo que hace al ambiente y a la ecología, y no solo en el animal, para que el mismo pueda expresar su potencial.