Las pasturas y los campos naturales son uno de los recursos más importantes en la ganadería argentina, ya que la mayoría de los sistemas basan sus manejos en función de estos.
El manejo tanto de las pasturas implantadas como los pastos de los campos naturales, debe ser estudiado en paralelo con la hacienda, ya que en un sistema ganadero al equilibrio se llega solo cuando todas las partes que lo componen lo está. El sistema, independientemente de lo que el hombre haga y los manejos que decida, va a tender siempre a lograr su propio equilibrio y llegar a una estabilidad vaca / planta / ambiente. Es por eso que conviene siempre ir a favor de los comportamientos naturales, y no en contra.
Cuando el ganadero decide mover su hacienda de potrero y hacer las rotaciones por sobre las pasturas y los campos naturales, debe tener en cuenta cuatro factores:
- Conocer la cantidad de pasto que puede otorgar ese potrero, como así también la calidad del mismo.
- Conocer los problemas que puede llegar a ocasionar la pastura a los animales, como por ejemplo posibilidad de empaste o intoxicación.
- Fácil acceso a agua de calidad y en cantidad sin restricciones, por parte de los animales
- Prever de enfermedades, asegurarse de que el lote al cual van a entrar está libre de cualquier tipo de enfermedad que pueda ocasionar algún tipo de afección al ganado.
Conocer la calidad y la cantidad de forraje que el ganadero necesita para poder mantener a su rodeo durante todo el año, es fundamental para lograr un manejo perdurable en el tiempo, y para que esto suceda, se deben pensar muy bien la rotación de los pastoreos y las reservas necesarias para los momentos en donde el pasto no alcanza para poder alimentar y mantener a toda la tropa.
Las pasturas deben ser manejadas de manera correcta, entendiendo de manera acertada el comportamiento de la especie con la cual estamos trabajando, ya que no todas las plantas crecen de la misma manera, responden de la misma manera, etc.
Una buena planificación, haciendo pastoreos rotativos que permitan tener el potrero libre durante el tiempo determinado, en el cual la pastura tenga el tiempo necesario para recuperarse, juntar reservas y crecer nuevamente, es fundamental para que el objetivo se cumpla y la pastura pueda durar más tiempo, amortizando a su vez, la implantación de la misma.
La cantidad de potreros, días de permanencia, carga y tiempos de la vuelta completa, es el trabajo que se tiene que tomar el productor para que la planificación sea efectiva.
Un buen manejo está asociado a uno de los principales parámetros de productividad que el ganadero debe mirar, que es el porcentaje de preñez, asociado a la fertilidad de la vaca. El pasto de buena calidad, y en cantidad, garantiza que los animales se encuentren saludables, en buen estado y condición corporal, haciendo que las vacas entren en celo y estén prontas para ser servidas y montadas por el toro.
Existen diferentes tipos de pastoreos y maneras de aprovechar el recurso pasto, que según cada establecimiento, es el cual uno va a decidir hacer.
Un método poco usado en nuestro país, pero que existe, que se trata de un método indirecto, es decir, que el animal no lo cosecha al pasto con su boca sino que se lo suministra, y que es usado principalmente utilizado en países como Estados Unidos que están muy mecanizados, es el que se conoce como soiling.
En este caso lo que hacen los productores para asegurarse de tener una eficiencia de cosecha determinada, tener un corte a una altura determinada, y cosechar en el momento en el cual ellos consideran que debe ser cortado, es cortar el forraje por medio de maquinaria, el cual se encuentra en estado fisiológico verde, y llevárselo y suministrarle a los animales al lugar en el cual se encuentran.
Es una práctica que no se utiliza en nuestro país, primero por una cuestión más bien tradicional, y por otra por una cuestión económica, que con los números que se manejan, y la falta de personal, es inviable aplicarlo, en la mayoría de los casos.
En Argentina la forma de consumir el pasto es más bien de manera directa, es decir, que los animales entran al potrero y lo cortan con sus propios dientes, salvo en los casos en donde se lo esté suministrando bajo la forma de rollo o fardo, que es cuando el campo no da y se usan las reservas forrajeras.
Estos pastoreos directos pueden ser continuos o rotativos, que están determinados principalmente por el tiempo de permanencia de los animales dentro del potrero.
Los pastoreos continuos son aquellos en donde, el animal se queda en el mismo potrero durante todo el año, sin dejar descansar a las plantas de una manera adecuada y comiéndose los rebrotes de la misma, haciendo que con el tiempo esas especies desaparezcan, la pastura se degrade y pierda tanto calidad como cantidad, bajando la productividad y la carga potencial por hectárea.
En contrapartida al pastoreo continuo, están los pastoreos rotativos, que son aquellos que permiten que se logre ese equilibrio entre la planta y el ganado. La primera gran diferencia con el caso anterior es que hay muchos lotes en vez de uno. Esto se hace para que los animales, como su palabra lo dice, vayan rotando y le den tiempo de descanso a la planta para que pueda recuperarse.
El tiempo de permanencia dentro de cada lote no debe ser de más de tres días, aunque se aconseja que estén solo uno. De esta manera, los animales tienen una gran presión sobre la pastura, sin seleccionar las especies, defecando y orinando en el lugar, devolviéndole los nutrientes que exportaron de sus hojas.
Es algo simple, los animales no deben sobre pastorear, más precisamente comer los rebrotes, y le deben devolver los nutrientes que extraen, o parte de, al suelo y a la planta; darle el tiempo necesario para que se recupere, y una vez recuperada la pastura, volver a entrar a comerla, siguiendo con el círculo