A la hora de decidir el hacer reservas forrajeras y guardarlas a modo de resguardo para épocas en donde el pasto no alcanza, se debe tener algunas consideraciones, además de definir cuál es el método más adecuado de reserva para nuestro establecimiento. Si bien las formas más comunes que existen para preservar el forraje son los rollos o los fardos y el ensilado, este último requiere de mayor conocimiento y cuestiones a saber a la hora de confeccionarlo.
El picado del forraje a la hora del ensilado, siempre debe ser fino para que se pueda generar una buena compactación, algo muy importante en esta forma de conservar el forraje.
Si el picado es más bien grueso, la cosa se puede complicar y todo el esfuerzo que uno hizo para producir forraje de calidad, cosechar y guardarlo, queda en vano ya que, un silaje mal hecho, puede llevar a la pérdida del mismo.
Cuando el forraje es picado de una manera muy gruesa, el principal inconveniente que se presenta es que se complica a la hora de completarlo correctamente y que no queden burbujas de aire, las cuales contienen oxígeno, haciendo que el forraje pueda respirar mucho más tiempo, dándole lugar a una posible putrefacción. Esto trae aparejado una fermentación baja y una menor formación del mismo, haciendo complicado el laboreo cuando se decide sacarlo de la bolsa y suplementario, ya que no tiene forma y se desmenuza todo.
Genera a su vez, por la forma en la cual es presentado al animal, con un volumen de partícula más grande, teniendo menor superficie de ataque y síntesis, una complicación para el mismo a la hora de digerirlo, teniendo un impacto grande en lo que es el consumo voluntario, ya que entendiendo que le cuesta más comerlo, digerirlo y le lleva más tiempo le pasaje por medio de su tracto digestivo. Esta disminución del consumo voluntario impacta directamente en la productividad individual de cada animal.
El mayor cuidado o atención se le debe poner en el picado principalmente del maíz, que suelen quedar los granos enteros si es que se hace un picado grueso, agravando aún lo comentado anteriormente.
En contrapartida de hacer un picado más bien grueso, un picado fino va a hacer que el forraje se acomode perfectamente, que los pedacitos de forraje se “choquen” entre sí, no haya aire entre los mismos y por consiguiente una muy buena compactación.
Esto va a traer aparejado que el oxígeno se acabe más rápido, que la respiración sea más corta y la estabilización del sistema sea más rápida también, haciendo que se genere una muy buena fermentación.
Cuando todo lo nombrado anteriormente sucede, el silo va a estar bien formado haciendo más fácil su laboreo y manipulación, como así también la digestión dentro del animal, ya que como se dijo anteriormente, las partículas al ser más chicas, en este caso, se tiene mayor superficie de ataque por parte del rumen, y la digestión es mucho mejor y más efectiva y eficiente.
El mismo efecto se genera en lo que se comentó del forraje del maíz, cuando es picado fino, el grano se parte y la vaca o la categoría que fuere, lo puede digerir de una mejor manera.
Es importante considerar estas cuestiones ya que se debe entender que el fin que tiene la confección del silaje es para poder trasladar y distribuir el alimento de una época a otra, cubrir baches alimenticios para no tener que salir a comprar alimento afuera del establecimiento y poder mantener la carga y por otro lado a ser más eficientes en la conversión del alimento en kilos de carne.
Sabiendo esto, se entiende la necesidad de que el silaje esté bien hecho para poder ser usado justamente en los momentos donde realmente se necesita y es necesario que exprese sus cualidades y cumpla correctamente su rol.
Hay que entender también, que como en todo proceso productivo, existen pérdidas, no solo cuantitativas sino que también cualitativas. El valor que tiene el forraje en pie no es el mismo que el forraje conservado, y el mismo merma con el proceso de corte, variando entre un diez y hasta un cincuenta por ciento de disminución en cuanto a su valor original.
Las pérdidas también provienen por varios motivos, no solo por el propio del proceso. A campo, el propio manipuleo hace que haya una merma también en cantidad, pero que a veces es compensada con la mayor eficiencia de cosecha que se genera a causa de cosechar mecánicamente y no a diente.
Cuando el material cortado queda expuesto a ciertas inclemencias climáticas, el mismo forraje puede pudrirse y echarse a perder. Durante el proceso también existen pérdidas por el principio de fermentación, pero que puede controlarse haciéndose las cosas como corresponden, lo cual no debería ser un problema.
Es clave para que las pérdidas no sean grandes, hacer el procedimiento de una manera correcta, tanto desde el corte y el buen oreo, como la confección propiamente dicha del silo bolsa.
Un buen oreado hace que el material tenga la suficiente humedad para que por un lado puedan realizarse los fenómenos químicos dentro del silo sin ningún inconveniente y que el forraje sea conservado adecuadamente, y por otro, para que no pierda calidad, o pierda lo menor posible, desde el momento que se cortó y se conservó, hasta el momento en el que se consumió.
Para que esto suceda, al forraje se lo debe cortar y dejarlo orear unas horas, dependiendo de las condiciones climáticas como puede ser la temperatura del ambiente, el porcentaje de humedad que hay tanto en el aire como en el suelo, el viento que hay en el momento de corte, como así también las cuestiones que tienen que ver con la fenología del cultivo; tanto el estado vegetativo en el cual se encuentra como el tipo de forraje que se está conservando.
Independientemente de que hay muchas variables que van a hacer el tiempo de oreo post corte, en términos generales se lo deja orear entre tres y seis horas.